Con la confirmación de la Justicia Electoral, Darío Neira integrará en segundo lugar la lista en el departamento Pueyrredón del frente Alianza Justicialista. El ex gobernador, al margen de distinguirlo con la postulación, pretende blindarlo con fueros.

ALBERTO RODRÍGUEZ SAÁ PREMIÓ CON UNA CANDIDATURA A DIPUTADO AL JEFE DE POLICÍA DE LOS CASOS GUADALUPE, MAGALÍ MORALES Y FRANCO MARANGUELLO

81005572_2731502353536705_1635478367555813376_n-1-930x620

Ya pasaron casi 4 años de la desaparición de la pequeña Guadalupe Lucero. La nena de 5 años que raptaron frente a la casa de su tía, en el barrio 544 Viviendas mientras jugaba con otros niños. En ese frío invierno el caso que conmocionó a San Luis y al resto del país pareció no inmutar a Alberto Rodríguez Saá, por entonces gobernador. Nunca, en sus apariciones posteriores al rapto, mostró un mohín, un vestigio de empatía hacia esos padres que perdieron a su niña. Cuando los recibió fue más por obligación, como el hombre más importante de la provincia, a unos padres arrasados por el dolor y la incertidumbre. Dio instrucciones, sí. Ordenó que la Policía se moviera e hiciera ridículos rastrillajes y dispuso que recursos de la fuerza provincial sirvieran para encontrarla. El manejo del caso colaboró para que la chiquita se esfumara en manos de delincuentes. Lo cierto es que Guadalupe es un dolor inmenso para los sanluiseños. No hubo un puntano que no buscara, mirara para aquí o allá intentando ver si hallaba a la pequeña. Todos sentían verdadero dolor. Todos no, casi todos. El Gobierno poco le importó la tragedia, solo pensaba en la cuenta a pagar en la faz electoral. Solo le importaban los efectos colaterales que le generaría el asunto. Luciano Anastasi, próximo a Alberto (h), que padre e hijo habían designado como ministro de Seguridad vaya uno a saber qué méritos le encontraron para que condujera a la Policía.

Alberto Rodríguez Saá puso en funciones a Darío Neira como jefe de Policía el 27 de diciembre de 2019.

Y esa nula empatía la desnudó el tiempo porque ni ayer -y mucho menos hoy- Alberto Rodríguez Saá dio señales de tomar medidas sobre los funcionarios que debían ocuparse por el destino de Guadalupe.

Si hubiese sido al contrario, el ex gobernador no premiaría hoy con una candidatura a diputado a Darío Neira por el Frente Alianza Justicialista, el peor jefe de la Policía de San Luis.

Gudalupe Lucero.

Las sospechas también se ciernen sobre el jefe policial que, perdido y aturdido por el caso Guadalupe, no dudó en consultar con una vidente para que lo orientara sobre el destino y el lugar donde hallar a la niña. La pitonisa le indicó un baldío en la zona sur y aunque decenas de agentes dieron vuelta metros y metros, nunca encontraron nada.

Consultado por la prensa sobre la visita a la bruja, con voz de mando y orgulloso dijo "para resolver la tarea uno debe agotar todas las instancias".

Loading video

Este jueves, el ex gobernador recibió la sentencia de oficialización de su lista de candidatos en la que el ex comisario general aparece en segundo lugar en la grilla del departamento Pueyrredón.

Pero Neira, el mote de ser el peor jefe de Policía de la historia de San Luis, no solo se lo ganó por la responsabilidad en la investigación del rapto de una niña sino que bajo su nefasta y sospechada gestión, hubo otros oscuros episodios ocurridos dentro de comisarías y que nunca la Justicia de San Luis aclaró, fue asesinada Florencia Magalí Morales. La mujer oriunda de Mendoza que se había radicado en Santa Rosa del Conlara, fue arrestada por circular por la calle en épocas de la pandemia.

Apareció muerta en una celda de la Comisaría 25º, ahorcada. Se han aportado elementos médico-forenses que dan cuenta de que Morales fue estrangulada. Neira jamás pisó Santa Rosa. Nunca dijo nada del asesinato. Jamás ahondó en una investigación honesta para determinar quién la mató. Hoy el crimen sigue impune. Ocurrió el 5 de abril de 2020.

El colectivo feminista que se referenciaba en Luz Rodríguez Saá, tampoco se expidió. No cortaron la calle, no hicieron sentadas, ni pintadas ni escracharon a los policías que, bajo el mando de Neira, esa noche cumplían su turno en la dependencia policial. Lo cierto es que la corriente no fue sorora con Morales.

Florencia Morales.

Pero la foja de servicios del ahora candidato a diputado Darío Neira no terminó ahí. Apenas dos semanas después del asesinato de Morales, el 24 de abril, en la Comisaría del Menor, en Villa Mercedes, apareció muerto Franco Maranguello, de solo 16 años. Se informó, una vez más, que fue un suicidio, pero para su familia es todo mentira porque el adolescente no tenía problemas anímicos. La Policía lo detuvo en la puerta de su casa bajo la excusa de romper el aislamiento en la pandemia. Lo cargaron en un móvil policial hasta la Comisaría del Menor. Cuando la llamaron por teléfono, Sandra Bravo, mamá de Franco, pensó que debía ir a buscarlo. Y que los efectivos le dirían qué problemas generó. Pero al llegar solo observó corridas y decenas de policías muy nerviosos que iban de aquí para allá. Nadie le decía nada sobre Franco. Ella seguía esperando, hasta que intuyó lo peor al ver que el camión-morguera de la fuerza pública estacionó frente a la dependencia. Recién dos horas más tarde le dijeron que su hijo estaba muerto, que se había suicidado con su propia remera, en una celda sin luz y llena de agua. La remera estaba intacta, nunca se rompió a pesar del peso del muchacho. Cuando la madre pudo ver el cuerpo en la morgue del Hospital Juan Domingo Perón, ya eran las 6. Allí, luego de abrazar el cuerpo frío de su niño, vio que el cuerpo tenía moretones en las costillas y de su cabeza salía sangre.

Franco Maranguello.

Pero sobre eso tampoco Neira hizo declaraciones. Jamás se refirió al caso. Otra vez hizo silencio. Tampoco habló Alberto Rodríguez Saá. Hasta hoy, a casi 5 años del asesinato del chico, el segundo candidato del PJ a diputado jamás hizo mención alguna sobre una pista o los sospechosos. Y eso que todo ocurrió dentro de una comisaría bajo su mando. El ex gobernador ni una sola vez habló con la madre del joven. Ni siquiera le dio las condolencias.

Claudio Latini, Luciano Anastasi y Darío Neira.

En su cuestionado recorrido al frente de la fuerza, Neira tuvo como colaborador a un compañero de la Comisaría N° 1. El subjefe fue Claudio Latini, ahora procesado y con un pedido de condena a 7 años de prisión por hechos de corrupción.